Don Ponchito como se le conocía, fue un hombre integro, humilde y profundamente comprometido con su pueblo Guatemala pero también con todos aquellos pueblos que han sufrido injusticia y opresión. Graduado de abogado y notario por la Universidad de San Carlos (USAC) de Guatemala.
Don Alfonso ingresó hace tres meses a un hospital del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), durante el tiempo que estuvo hospitalizado sufrió varios paros cardiacos y neumonía, pero anoche sufrió un último paro cardíaco al que no pudo sobrevivir.
Dio cátedra revolucionaria con su vida, desde que fue diputado del Congreso Nacional durante la Junta Revolucionaria de 1944, luego entre 1944 y 1951 donde desempeño varios puestos importantes durante el primer gobierno revolucionario de Juan José Arévalo.
En los años del segundo gobierno de la Revolución (1951-1954) trabajó para concretar la reforma agraria, primero como Gerente del Departamento de Fincas Nacionales y luego como gerente y presidente del Banco Nacional Agrario, institución financiera creada para impulsar el programa de reforma agraria en Guatemala.
Vivió su primer exilio a partir de 1954, tras el derrocamiento de Arbenz, en México y retornó a Guatemala donde sobrevivió en 1970 a un atentado en el que desconocidos le provocaron cinco disparos en diferentes partes del cuerpo. Salió nuevamente al exilio, esta vez al Chile de Allende y ante su derrocamiento se trasladó a Cuba.
Bauer Paiz, llegó luego a Nicaragua y trabajó para el Gobierno Sandinista, pero poco después se trasladó hacía el Sur de México a trabajar en los campos de refugiados en Soconusco y Quintana Roo.
En 1995 retornó definitivamente a Guatemala y en el año 2000 se integró a la vida política y fue elegido diputado por la Alianza Nueva Nación (ANN).
Con su ejemplo ha sido guía de miles de hombres y mujeres, adultos y jóvenes que hemos visto en él un ejemplo de dignidad y convicción por alcanzar los más altos ideales de fraternidad e igualdad.
Descanse en paz “Don Poncho”, mis condolencias a sus familiares y al pueblo de Guatemala en general.
Rigoberta Menchú Tum
Premio Nobel de la Paz 1992.